Translate to english

agosto 01, 2020

XIX

La mañana que le gané a Pichu por primera vez una carera de trescientos metros, me sentí plenamente feliz. La noche anterior había cenado con el subcomisario Jiménez en una parrilla alejada. No era bueno que nos vieran juntos, porque si bien yo no tenía antecedentes, estaba en la mira de muchos. Sobre mí pesaban muchas denuncias insostenibles, incluso de ex soldados con poca cabeza para ver el porvenir. Juaco, había estado preso un par de meses, pero debieron largarlo por falta de pruebas. Lo acusaron de tráfi co de drogas y es esa no nos metíamos. En realidad nuestro único contacto con el negocio era el dinero que nos pagaban los camellos para pasar “merca” en nuestras zonas, no era mucho, y Juaco era el cobrador. Por ahí lo agarraron. –Felicitaciones por el ascenso. –Te debo una. –¿Cómo andas, tanto tiempo? –Bien, Joaquín, con mucho papeleo ahora, pero contento. – Jiménez estaba fl aco y usaba traje, parecía otra persona. –Me alegro por vos. –Ayer me vino a ver el intendente, el tipo sabe, no nos olvidemos que lo puso Martínez. –¿Qué quería? –Que me comprometiera a mantener el orden durante su mandato. –¿Hay algún problema con mi gente? –No, está demasiado bien todo, pero el intendente quiere bajar la tasa de delito a cero. –¡Está en pedo! ¿Qué va a hacer con la cana si no hay delitos? –La cana es de la Provincia, y si todo anda bien, no van a sacarnos gente. –Van a criar panza. –La idea es que se patrulle mucho y de esa manera crear una sensación de seguridad. –¿Cuánto hay? –Los números se arreglan con Martínez. Pero hay otro tema. –¡Cagamos! –El intendente necesita que crezcan los afanos en los partidos vecinos. –¿Vos no entendiste todavía para qué hago lo que hago? –¿Además de la guita? –Yo podría retirarme mañana y vivir tranquilo en el campo. –Contame. –¿Vos no pensarás que te ayudé a subir en la fuerza porque necesito tenerte de amigo? –¿No somos amigos, acaso? –Sí, pero además somos socios en algo que no tiene nada que ver con la guita. –¿Me vas a explicar? –Me gustaría que lo entendieras por tu propia cuenta, a mí me llevó dos años comprender para qué hacía lo que hacía. Desde que lo entendí las cosas me salen mucho mejor. –Dame dos años para pensarlo. –Hace más tiempo que trabajamos juntos, podrías haberlo entendido el mismo día que yo. –Debo ser más bestia. –Eso sin duda. No, es chiste, “subco” Desde siempre supiste que yo no nací delincuente, incluso muchos me considerarían un privilegiado por la vida que llevaba antes de esto. –Sí. –Muchas veces se encuentran los “por qué” después de hacer las cosas, y, la mayoría de las veces, uno se arrepiente. Pero, en contadas ocasiones, dejar que las cosas sigan su rumbo sin buscar los motivos, nos permite descubrir después de un tiempo, que todo, absolutamente todo, tiene sus objetivos. Yo entré en esto porque cagué a trompadas a Julián, y en un segundo descubrí que podía ser más malo que él y que ya era un poco más inteligente, o “preparado” si se quiere. A partir de allí, fui creciendo, entendiendo el negocio, haciéndome más fuerte, más duro, más violento. Siempre esperando que apareciera una luz que me demostrara que lo que hacía no era tan malo. –Pero sos un tipo peligroso, Joaquín. Muchos han quedado en el camino. –No hay inocentes en el camino, al menos no del todo inocentes. ¿Decime si alguien había entrado a la Villa como yo y había manejado a la gente así? –Hasta tu llegada, sólo los curas y los evangelistas. –Ellos no lograron nada que “valga la pena”. Quizás un poco de ropa o comida, pero no cambiaron un ápice la forma de pensar de los villeros. –¿Vos sí? –¿Te parece poco, que un pendejo desahuciado hace cuatro años hoy maneje más de cien personas, use una computadora con destreza, tenga su propio vehículo y pueda controlar toda la organización cuando yo no estoy? Ése, es Julián. ¿O qué otro, de veintitrés años, haya salido de la Villa, maneje su auto y hasta tenga su negocio de muebles?: ése, es Pichu. ¿O que dos energúmenos que lo único que sabían era “hacer el aguante” en una cancha de fútbol, hoy en día, a demás de manejar su gente, tengan su banda de música y hasta su propio boliche?: Pepo y Roque. Hasta Guillermo, Dios lo tenga en la gloria, antes de morir dejó un legado en casetes que algún día editaremos en libro. Y Juaco, a pesar de haber estado en cana por error, maneja a su gente como nadie, todos lo respetan y hasta tiene su escuelita de fútbol. Al fi nal, Martín es el que resultó menos bueno. Pero es lógico, no viene de la Villa. –Todo muy lindo, Joaquín, pero te me vas por las ramas. ¿Qué descubriste? –Voy a esperar a que lo descubras vos. Decile al intendente que le prometo un año de crimen cero, después veremos qué pasa. –Le quedan dos de mandato. –Entonces que renuncie en cuanto empiece la campaña para gobernador, ¡o que se vaya bien a la puta madre que lo parió! –¡Epa! No te pongas nervioso, es mejor para vos ser amigo del intendente. –Es mejor para él ser mi amigo. Si quiere ser gobernador tiene que ser mi amigo. Hagamos algo, me enojé mucho de golpe y no sé bien por qué, dejemos esta charla para oro día. –Está bien, le digo que no me contestaste todavía. –Invitá vos, no tengo plata. –Encantado. El enojo me duró varios días, al menos me sirvió para correr más rápido que Pichu y disfrutar de diez segundos de felicidad.

No hay comentarios: